jueves, 17 de mayo de 2007

Del Malestar del Pueblo o Manifiesto Encapuchado de J.V. Lastarria

El pueblo de chile está hoi bajo el imperio de la duda. Todo es para él incierto, oscuro i peligroso.

En tales circunstancias, la jeneralidad de los ciudadanos vacila, al tomar su puesto. No es fácil comprender nuestro deber, mucho ménos cumplirlo. I sin embargo es necesario cumplirlo.

Fijémonos un poco. Meditemos para formarnos idea clara de la situación. [...] ¿Qué tenemos al frente? Un gobierno que conduce a la nación sin saber adonde [...] [y] que ha exajerado los gastos públicos i enmarañado la administración de la hacienda hasta el punto de poner la República en una perpetua desconfianza; un gobierno que ha dejado intacta la organización política represiva que prometía reformar i que ha esplotado, para sostenerse, todos los vicios, todos los abusos i engaños de aquella organizacion; un gobierno en fin que promete reformas i las aplaza o impide, o que las terjiversa i desfigura, i que al transfigurarse él mismo por tercera vez en cuatro años largos, con sus propios elementos, para organizarse mejor, aparece proclamando como único programa, en este círculo de errores, de dificultades, de desconfianzas i de peligros, -la reforma electoral i la de la lei de imprenta para el año venidero!

Eso es lo que el pais vé por una parte. Por la otra vé a un partido fatigado, casi inerte, que por conservar cierta organizacion i poseer algunos puestos en la majistratura, es el blanco de los ataques encubiertos del gobierno i del clero político, bajo la direccion procaz i descarada de sus secuaces. Este partido se mueve, i utilizando las inspiraciones jenerosas que la injusticia del ataque hace surjir en los espíritus independientes, trata de ponerse al frente de una ajitación política, que queda medio vacilante porque el país duda todavía i no se entrega a su direccion, a pesar de que se lastima del atentado. El país espera aun porque advierte que la lucha se traba entre dos círculos políticos cuyas tendencias i cuyos procedimientos se ligan por marcadas analojías.

[…]

¿Qué esperanzas ofrece al pais una situacion semejante? ¿En dónde hallará la salvacion de sus derechos? ¿A dónde buscará las garantías del órden público i de la tranquilidad que necesita para vivir i trabajar? Si el gobierno provoca i atiza los odios, si emplea su autoridad en servicio de planes personales, si invade el poder judicial para arrojar a sus adversarios i apoderarse de esos puestos, a fin de dominar en toda la línea: ¿cuál es el provenir que pueden aguardar la probidad, la honradez, la justicia, la libertad, los intereses nacionales?

Esta situación entraña un gran peligro. El pueblo lo siente i duda, lo vé i teme, mira el estrecho círculo que se le forma i no halla salida. ¿Qué hacer?

¡Oh! ese es un círculo vicioso en que estamos encerrados desde hace mucho tiempo. Los gobiernos bajan desacreditados para ceder su lugar a otros que suben a desacreditarse tambien con los mismos procedimientos viciosos, con la misma política personal, con la misma prescindencia de toda consideración hácia los intereses i los derechos del pais.

La causa de este mal debe ser mui profunda. Desde luego es evidente que ella no está en la sociedad, porque la sociedad no gobierna ni toma siquiera una parte indirecta en el gobierno, ni éste consulta su opinion, por mas que finja a veces contar con ella, por mas que juegue a las mayorías parlamentarias i las demas farsas populares.

¿A donde está entonces la causa? No puede estar sino en la organización política, en ese sistema represeivo que sostienen a porfía todos los partidos que suben, porque les facilita su dominacion absoluta i su permanencia en el puesto; en ese sistema que halaga a todas las ambiciones mediocres que llegan a manejarlo, porque les da los medios de hacer su voluntad i no la del pueblo, de ejercer un poder arbitrario i no una autoridad limitada por el derecho, i de hacer prevalecer su soberanía personal sobre la soberanía de la nacion.

Esa es la razón porque los partidos políticos, sea cual fuere su denominacion, no tienen en el poder sino una misma política, que los hace a todos iguales en el mando arbitrario, de modo que podria asegurarse que todos ellos no son sino los diversos matices de un solo partido. […]

[…] Es necesario señalar una circunstancia que la caracteriza i que da a todas esas fracciones de partido cierta unidad de miras. Tal circunstancia característica consiste en que todos esos partidos, una vez en el poder, han realizado un propósito, cual es el de mantener i fortificar la organización política represiva, al mismo tiempo que servian a la reforma civil, como para engañar las aspiraciones del pueblo a la reforma política.

Este hecho es mui notable i de graves consecuencias:

1.º Porque es contrario a los fines de la revolucion americana;

2.º Porque derrama la confusion i la oscuridad en la idea de la reforma, i pervierte las aspiraciones de la nacion;

3.º Porque, a merced de esa confusion, facilita el imperio de la falsedad i favorece el triunfo de las aspiraciones personales i de los intereses mezquinos de los círculos políticos.

Voi a esplicarme, porque es necesario salir de una vez de confusiones.

1.º[…] La reforma política se limitó a construir con el nombre de República un gobierno que no era sino dictadura, un despotismo parecido al de la colonia i fundado en un sistema represivo, que se escusa con la necesidad del órden i la patraña de que el pueblo no está preparado para la libertad política, como si para ejercer lso derechos políticos se necesitara de mas preparacion que para ejercitar los derechos civiles.

Ahora bien: el propósito de mantener este sistema represivo, que han tenido todos nuestros gobiernos, todos nuestros partidos, desde hace [38] años, es abiertamente contrario a los fines de la revolucion, porque impide la reforma política, dando ensanche solamente a la reforma social, en cierto sentido e incompletamente. Esto establece un verdadero desequilibrio, porque a medida que el pais avanza, el Estado o el gobierno se estaciona; porque a medida que los horizontes sociales se ensanchan, el horizonte político se estrecha; i a medida que el país se enriquece i se hace poderoso, el gobierno se aniquila i se debilita, i para sostenerse, tiene que vivir a costa del pais, pesando cada dia mas sobre él.

2.º[…] Semejante política derrama la oscuridad en la idea de la reforma i pervierte las aspiraciones de la nacion, porque hace creer que el progreso está limitado, i debe estar limitado solo a la vida material; para cuyo fin esa política licita la reforma a los derechos civiles, i da a la reforma social el carácter i el alcance limitado de una reforma civil.

La nación lo cree así, i se asila en el bien estar material, imajinándose que la reforma política, la reforma relijiosa, la reforma moral i la reforma científica son puntos vedados que quedan fuera del alcance de la sociedad, i que no se necesitan para pasarlo bien, para vivir con tranquilidad en el goce de los derechos civiles. Ello vendrá poco a poco, se dice; entre tanto, el gobierno es bueno, porque mantiene el órden, aunque no nos dé nustros derechos políticos, que tanto deseamos, aunque no nos dé la libertad de conciencia, que necesitamos ménos, aunque monopolice la enseñanza, i eduque a nuestros hijos a su antojo. Todo esto es lo de ménos, habiendo bienestar material. Sin embargo, la inquietud queda siempre en el fondo del alma.

Un pueblo engañado de esta manera puede soportar todos los despotismos, con tal que se llamen República. Está estraviado respecto de sus derechos políticos, i no tiene idea clara de la reforma social ni de la política.

No sabe que las reformas civiles, por radicales que sean, no satisfacen la libertad política, e ignora que esta es la causa de su perpetua inquietud, de su constante ansiedad, que de cuando en cuando lo ajita i lo lleva al estremo de las rebeliones armadas.

3.º A merced de esta confusión, se entrona la mentira, se falsifican los resortes de la administración, triunfan las ambiciones personales i los mezquinos intereses de partido. Así se elijen presidentes i congresos por los ajentes del ejecutivo i sus adeptos, sin que el pueblo se inquiete; así suben las mediocridades i hasta las ineptitudes al poder, para administrar los negocios públicos, para dictar la lei, para adminsitrar justicia, sin que el pueblo haga, cuando mas, otra cosa que reirse o charlar i criticar un poco a los gobernantes ineptos i a los déspotas; asi todo el mundo aparta su vista de la reforma política, creyendo que se deja correr; o creyendo que conseguiria mucho con una reforma parcial, limitada a esta o aquella lei mala o represeiva, o con un cambio de hombres o de formas, o de medidas en tal negocio determinado.

Por eso es tambien que los partidos políticos han hecho siempre esos programas de medidas i de arbitrios para contentar aquellas aspiraciones limitadas, i para hacer creer que con un cambio de hombre, que con un remiendo mas o ménos, se completa el bien estar. El programa mas completo de estos, que hemos visto, es el del partido progresista de 849. Todo se prometía allí, reforma de las leyes sobre prensa, sobre elecciones, sobre facultades estraordinarias, de los códigos civil, penal, militar, de comercio, de mineria, de procedimientos; reforma de impuestos, de la guardia cívica, de la lei de navegación; tratados con las naciones estranjeras, matrimonios mistos, ensanche de las atribuciones de las municipalidades, propagación de la enseñanza, todo, todo, ménos la reforma íntegra de la constitucion, ménos la reforma política radical.

Todo eso se podia hacer, i en efecto se ha hecho despues, sin que las aspiraciones del pais hayan sido satisfechas, porque se olvidaba lo principal -la reforma política. -Sin embargo en aquella época, el pais aplaudió, el partido progresista ganó prosélitos i se hizo poderoso hasta emprender una rebelion, en que fue vencido. Si hubiera triunfado, si despues del triunfo, hubiera realizado su programa, la inquietud habria subsistido la misma, porque el sistema represivo de la política no habría variado, i ántes bien se habria utilizado para dominar como hoi lo utilizan los que firmaron aquel programa i que se hallan [hoy] en el poder.

[…]

En vano se le darán al pueblo reformas civiles, planes administrativos, mejoras económicas, instituciones que estimulen su progreso material, que ensanchen su bien estar; porque el pueblo, en medio de su reposo no estará contento, en medio de su tranquilidad, se sentirá inquieto por una vaga aspiración, que le dice que le falta algo. La tempestad tronará siempre sobre su cabeza.

Los partidos políticos se ajitarán siempre para la represion, i que por tanto tiene que hacerse personal, esclusivo, invasor, luchador i despótico contro todo lo que se le opone, contra todo lo que no se le rindo. Un gobierno tal que lo avasalla todo, desde el congreso hasta los itnendentes, desde los intendentes hasta los vijilantes de la policía, desde las cortes superiores de justicia hasta los jueces de menor cuantía, desde éstos hasta el último de los curiales; un gobierno tal, sea osado o sea manso, sea déspota, franco o solapado, no es un gobierno nacional. Está fuera de la nación, ella lo mira desde léjos, se rie de sus ridiculeces, se inquieta de sus injusticias, se lamenta de sus estravios, i cuando siente demasiado sus tiranías, arroja sus utensilios de trabajo i toma las armas.

¿Para qué? La nacion no lo sabe. Solo sabe que necesita de mas justicia, i cree obtenerla cambiando de gobierno, i adhiriendo a un partido que regularmente se llama liberal, o reformista, porque promete reformas parciales, de detalle, vagas, engañosas, que alagan las aspiraciones indefinidas del pueblo, pero que dejan siempre en pié la organizacion política represiva i con ella, la dictadura de unos pocos.

No, ya es tiempo de salir de este círculo vicioso de engaños i de injusticias, en que nos prevertimos i nos degradamos, i del cual no sacan provecho sino los especuladores, los traficantes políticos, los que olvidan a la patria por sus intereses mezquinos, los que no buscan al abrigo del poder, sino el triunfo de sus necedades, de su egoismo, de sus pasiones; en tanto que los patriotas de buena fé, los ciudadanos que aspiran a la justicia i la libertad, son víctimas del engaño, o se sacrifican por una ilusion, que nunca alcanzan.

Es preciso atacar el mal de su raiz. ¡Aquí los hombres de corazon, aquí los patriotas desinteresados, aqui los que aspiren a una reforma verdadera!

La reforma verdadera es la política. […]

José Victorino Lasatrria, La Reforma Política: Única Salvación de la República, Unico Medio de Plantear la Semecracia o el Gobierno de Si Mismo. 1868.

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