viernes, 25 de mayo de 2007
Los Carros de Falcato
Flamante Penitenciaria
miércoles, 23 de mayo de 2007
EL LOCO CAREROHKA
Encontramos a Pablo de Rokha y a su esposa y compañera de labores, sumergidos entre una montaña de paquetes. Es la “Revista Multitud”. El poeta nos habla de su labor actual, repartida entre esta revista que edita con gran entusiasmo, y algunos libros que prepara.
-¿Cuál es su concepto de la poesía?
-Es la expresión verbal definitiva del instante que tiende a desbordar las categorías de espacio-tiempo, y en la que la máxima potencialidad del individuo, afronta la máxima potencialidad del universo, y le impone su ley imaginaria.
-¿Cree usted que la literatura chilena puede colocarse junto a las literaturas del continente?
-La literatura chilena no sólo es la más alta del continente, sino la más alta de la lengua castellana, en lo que al poema se refiere.
-¿Qué influencia atribuye usted a los críticos chilenos como Pedro N. Cruz, Alone, Silva Castro, Eleodoro Astorquiza, Melfi, en el desarrollo de las lenguas chilenas?
-Silva Castro, Alone, Pedro N.Cruz, han ejercido una gran influencia, no ya regresiva, sino cavernaria, en la ‘clase media de las letras chilenas’ y del público. El primero es apenas una amiba mental, el segundo un figurín de filarmónica de siúticos, el tercero un notario porfiado y mañoso. Pero usted no me ha preguntado por Juan de Luigi, ni Victoriano Lillo, ni Luis David Cruz Ocampo, escritores que merecen el respeto, así como los tres primeros que usted nombró, merecen el desprecio, desprecio que ya creo que los aplasta definitivamente.
-¿El escritor debe interesarse en las luchas políticas?
-No sólo lo pienso, sino que pienso que si no se interesa, es porque está enfermo, o porque no es un escritor, sino un badulaque fabricante de palabras. La política es la expresión social del sentido del hombre. El apolítico es un político reaccionario y desenchufado, que hace la política nefanda que consiste en no hacer política, política de tonto, política de neutro y de enemigo de la clase obrera. No interesarse por la política es declararse cadáver, declararse un pobrecito deprimido. Y al ubicarse políticamente, hay que ubicarse en las sagradas trincheras del pueblo, así, sin vacilaciones, sin subterfugios, sin tejemanejes, con acento rotundo.
-¿Qué poetas cree usted que tienen más alta significación entre nosotros?
-Vicente Huidobro, Rosamel del Valle, Winett de Rokha, Gabriela Mistral y algunos jóvenes muy jóvenes, que no deseo nombrar aún, para que la vanidad estúpida no les perjudique y les deteriore el futuro.
-¿Qué obras prepara actualmente?
-Los trece libros de “El colofón”, obra de la cual he publicado el primero: Moisés. Y tres novelas, los “Clase media”, “Oligarquía” y “Proletariado”.
-¿Ha respondido el público a su revista “Multitud”?
-Sí, grandiosamente el público de Chile, el público del continente, el público de Europa, y del mundo entero. Ha habido ediciones que se han reeditado en cien mil ejemplares. Poseemos documentos, pruebas claras y limpias de lo afirmado, pues nosotros no administramos nuestra gloria, ni nuestros errores.“Multitud” ya ganó la calle, el pueblo y la masa obrera.
Publicada el 14 de mayo de 1939 en el Diario La Nación
A ella le gusta que la azoten
No vea en esto engaño ninguno. Su Lucila n es embustera ni mal, es usted el que no se cansa de darme hiel
No me olvide ni se enoje conmigo, ¿no mi maldito regalón?
Mandeme dentro de una carta una hojita o una flor, que traiga perfumes de sus labios, y recuerde la atmosfera embriagadora que respirábamos en el palco Nº 18
¿Se va a reir de esta locura mi Alfredo?
¿Le estoy buscando camorra otra vez? Qué quiere...no tengo más que hacer sino eso que es muy justo. Más usted todavía en vez de amenazarme, me ofrece unos castigos...tan dulces, que yo pecaría por recivirlos!!!
Cartas a Alfredo Videla Pineda
1905-1906
Yo nací mala, dura de carácter, egoísta enormemente y la vida exacerbó esos vicios y me hizo diez veces dura y cruel
Recibí tu carta a las 6, 10 cuando hablaba con Prado, que vino a verme. ¡Qué par de embobados! Hay para darnos azotes. ¿Te los doy yo?
Te daré una, todas las tardes que quieras. Mañana recibirás ésta a medio día.
Te espero desde las 3 PM
¡Tonto! era mi día y no me viniste a ver. Me envejezco, Manuel. Entro, parece, en el años místico: 33.
Tu L.
Catras a Manuel Magallanes Moure
Segunda Parte de "Soldados de Palo"
Portada+Advertencia+"Soldados de Palo" Primera Parte
Ya viene
Luis
Astucias de Pancho Falcato
Luis Landa
Guerra a los bikinis declaró el cardenal
En una parte de su ya tradicional mensaje anual de verano el Cardenal sostiene que: "La Iglesia prohibe el uso de trajes de baño indecorosos de una o de dos piezas, con que se exhiben las mujeres en las playas y en las piscinas, de manera que suelen constituir ocasión de pecado, o sea escándalo, que ordinariamente llega a materia grave, penada por la Iglesia".
Finalmente se prohibe el baño conjunto de adolescentes y de adultos.
LA “HUELGA DE LOS TRANVIAS”
El veintinueve de abril de 1888 compareció ante el Juez del Crimen de Santiago el
reo Antonio Poupin Negrete, sastre, presidente del recientemente fundado Partido
Democrático, e interrogado bajo promesa de decir la verdad declaró:
“El Domingo pasado, reunidos en Asamblea General, en lugar de nuestras sesiones, situado en la calle de Huérfanos N 1 140 A., se acordó tener hoy un meeting público con el objeto de hacer una representación a la Ilustre Municipalidad, a fin de que obligase a la Empresa del Ferrocarril Urbano, a cumplir sus contratos sobre construcciones de líneas, o, en transacción con ella, a reducir a dos centavos y medio el pasaje de los carritos. Al efecto se replicaron avisos en los diarios, invitando al pueblo, se repartieron proclamas, y por último hoy, a las 4 P.M. nos reunimos al pie de la estatua de San Martín; y antes de los discursos, se repartieron al pueblo varios números del periódico Igualdad, en número de cincuenta según cree que don Abelino Contardo había repartido entre los socios antes de dirigirnos a ese lugar.
Hicimos uso de la palabra yo, Contardo, don José Pío Cabrera, don Juan Rafael
Allende, un jovencito Hers que se inscribió con este objeto y don Malaquías Concha que dio lectura a las conclusiones del meeting. En todos estos discursos, que habían pasado previamente por una censura, se observó el lenguaje más moderado y conducente sólo a su objeto. Después nos dirigimos a la casa del señor Intendente, para manifestarle los fines a que habíamos arribado, poniendo en sus manos el acuerdo referido. Durante el tiempo de los discursos nos apercibimos que una parte del pueblo se dirigía en actitud hostil a la línea de los carritos urbanos que pasa por la Alameda; y que volcaron uno de estos, desenganchando otro y lanzándolo a su propio impulso, hacia la estación de los ferrocarriles. Por nuestra parte, tratamos de contenerlos, y suspendimos el meeting, dirigiéndonos con la parte del pueblo que quedaba alrededor de la estatua de San Martín, a la casa del señor Intendente; pero no habiéndolo encontrado, Contardo dirigió de nuevo la palabra al pueblo para que se retirase en buen orden, asegurándole que la Comisión se encargaría de poner en manos de dicho funcionario aquellas conclusiones. No he presenciado pues otros 3 desórdenes o ataques a la Empresa del Ferrocarril Urbano que el de los dos carros indicados, y solo cuando me retiraba de la casa del señor Intendente, al oír el toque de las campanas de las bombas, supe que el pueblo había volcado y prendido fuego a varios carritos, ocurriéndoseme que se referían a los dos de que antes habia hablado. Ignoro quienes puedan haber azuzado al pueblo, lanzándolo en estos desórdenes y graves delitos expresados. Pero lo que es por nuestra parte, repito que hemos aconsejado siempre la moderación según pude verse en mi discurso impreso de hoy, que presento y del que andaba trayendo algunos ejemplares en mi bolsillo”.
Carta abierta al Ministerio de Transportes
Autorizado como estoy para el perdón y olvido de lo pasado, puede tener efecto una reconciliación verdaderamente fraternal, a que me hallo pronto; si ciegos a la voz de la naturaleza, no diesen oídos a mis ofrecimientos me veré precisado a usar de la fuerza y poner en práctica los grandes recursos que para obrar ofensivamente tengo a mi disposición, en cuyo caso, ni Uds. ni los particulares, ni todo el reino tendrá que quejarse de los funestos resultados que les sobrevengan, por no haber reflexionado con tiempo en su bienestar”.
ESTRACTO DE CARTA DE MARIANO OSORIO (gobernador de Chile entre 1814 y 1816) A JOSÉ MIGUEL CARRERA, por Giorgio Montalbetti
Ola de delincuencia azota al país
"Con una ley moderna, certera y lo suficientemente ágil, y con recursos directos y prácticos, trataremos de detener la ola de delincuencia que tiene espantados a los cinco millones de chilenos", manifestó el ministro Puga.
Zig Zag, 17 de junio de 1950
Ruperto Puga Fisher, actual ministro de la Cartera de Justicia, tiene 48 años. Se tituló hace 20 años en la escuela de Derecho. Milita en la tienda democrática y se ha dedicado a la industria y a su profesión. Fue candidato a senador, derrotado el año pasado, pero volvió en gloria y majestad al ministerio que eleva sus dos pisos frente a La Moneda, cuando la jugada política del 7 de febrero dio en el blanco.
No basta con barajar hábilmente hipótesis más o menos lógicas. El lector quiere saber de labios de la más alta autoridad en el ramo, del ministro en la cartera de la dama con los ojos vendados, una respuesta definitiva y concluyente.
Y es así como, con toda sencillez, don Ruperto nos puntualiza por qué Chile vive en estos momentos una ola de sangre.
"Al menor de 18 años y mayor de 16, que no esté exento de responsabilidad por haber declarado el tribunal respectivo que obró con discernimiento, se le impondrá la pena inferior en un grado al mínimo de los señalados por la ley para el delito de que fuere responsable. En los casos en que aparecieren implicados en un mismo delito individuos mayores de 18 años y menores de esa edad, se aplicará a los mayores la pena que les habría correspondido sin esa circunstancia, aumentada en un grado".
"Y esa ley la tendremos -según espero- en un mes más.
En el invierno, esto va a ser peor
Atrapan al brujo de Valparaíso
Sucesos, 9 de octubre de 1930
De vez en cuando suelen aparecer en diversas ciudades individuos a los cuales la policía persigue y hace encarcelar por ejercer la profesión de brujos y curanderos.
Pero no son esos individuos los que debieran sufrir castigos, sino los tontos que llegan hasta ellos, con grandes tragaderas para creer cuánto les dicen esos embaucadores que se exhiben como inteligentísimos psicólogos que desde lejos sienten el olor a tonto y... lo aprovechan.
En una casa de la calle Retamo, de Valparaíso, residía Sabino Atila, individuo boliviano, vendedor de yerbas, que se dedicaba clandestinamente a la venta de remedios y a la explotación de la credulidad de los bienaventurados, que andan siempre detrás de que alguien les proporcione un bocado para sus inmensas tragaderas.
El boliviano Atila facilitaba verdaderos brebajes a sus clientes, brebajes en los cuales entraban en preparación substancias que no es posible mencionar en estas páginas.
Y su gran clientela estaba formada de niñas de colegio o de muchachas locas que andan buscando por todas partes, recetas para el amor.
Era una clientela formada en su mayor parte por esa muchachada que es la clientela obligada, también, del músico callejero que va con un caturro que saca papelitos para la suerte.
Más o menos esa misma otra clientela de los jitanos que se presta fervorosamente al examen de las líneas de las manos, para predecir el porvenir.
El Atila de la calle Retamo cayó en sus propias redes, en una trampa de la cual sirvió como carnada una señora que le fué a consultar sobre amores de su hija con un mancebo.
Los agentes penetraron a la casa sobre seguro y Atila fué cogido sin perros y llevado a la sección de Investigaciones, donde confesó sus artimañas para engañar a los incontables tontos de capirote que tenía por clientes asiduos y protagosnistas de sus hazañas.
Atila trabajaba con yerbas, no como el otro Atila del cual se dice que donde su caballo ponía la pata, no salía hierba.
Aquel viejo Atila tuvo mala pata en sus caballos y este otro la ha tenido en su inocente clientela.
El vértigo de la velocidad
Pero hay entre todos estos problemas insolucionables, uno que es gravísimo: el del tránsito de vehículos por nuestras calles.
Zig-Zag, 16 de agosto de 1924
¿Por qué ocurre esto? Sencillamente porque, según parece, no existe una ordenanza municipal que establezca una forma de tránsito segura y eficiente, o porque, si esta ordenanza existe, no hay quien la haga cumplir, no se hace porque no da la gana. Los conductores de autocamiones tienen un desprecio olímpico por la vida. En calles oscuras y mal pavimentadas, como son la gran mayoría de las calles santiaguinas, estos hombres temerarios se ponen a "echar carrera" sin importarles gran cosa el estado de ánimo de los pasajeros, que por lo general no gustan de ese "sport".
Los atropellos, choques y demás accidentes, se suceden en esta capital con una frecuencia que da escalofríos. Se ven autos que pasan como visiones, "góndolas" cargadas con quince pasajeros, además del número que pueden llevar. ¿Qué hace la policía? ¿Qué hacen los inspectores del tránsito? ¡He aquí el problema!
Por otra parte la Empresa de Tranvías, con su servicio cada día más deficiente, no sirve de gran cosa para nuestra movilización. Hay tranvías como el "Alameda", andan a paso de tortuga y cuando uno se pone a las ocho y media de la noche a esperar "carro" en cualquiera línea, puede tener la seguridad que no llegará nunca...
¡Es el problema del tránsito; el problema de la movilización urbana!.
Eusebio Lillo al desnudo
Era don Eusebio Lillo. Un caballero que bien podia vestir el frac de los románticos, alto de cuerpo, de cabeza llena de vigor, echada atras en ademan de algo altivo; pero con la mas franca y amable mirada de anciano.
Fuimos introducidos a un ámplio salon, al cual se colaba por la abierta ventana un rayo de sol en cuya faja luminosa bailaban su sarabande las pelusas y el polvo levantado en la alfombra. Un viejo salon de esos que hemos visto visitando a los abuelos los domingos en la tarde.
Ningun mueble frájil, ningun bibelot moderno, ningun candelero con contorsiones enfermizas, ninguna estátua de celuloide o de papel maché...Algunos grandes cuadros antiguos de escuela italiana, varios sillones mullidos con los brazos abiertos en hospitalaria actitud y un silencio de abadia, mejor dicho de sacristia.
Alargamos una carta de introduccion. El señor Lillo la llevó a sus ojos, con un lijero temblor en el pulso, y despues de leerla, nos quedó interrogando con la mirada. Seguramente rejistraba sus recuerdos y torturaba la memoria para tratar de saber qué podia llevarnos a su asilo.
La esplicacion fué larga. Se trataba de entrevistarlo. Se hizo repetir la palabra. Apenas abarcó nuestro proyecto estendió la mano para detener un peligro inmediato.
Y tomando calor prosiguió:
- Sí, eso será ahora, pero su juventud fué bastante ajitada por la política.
- ¡Oh! es cierto que durante unos pocos años me ví mezclado en esa clase de emociones. pero fué mui poco y, sobre todo, nunca he sufrido nada, nadie me ha hecho daño, ni me ha molestado.
Llegaba el momento de despedirnos. Las horas habian pasado sin sentirlas bajo el encanto de la conversacion de aquel hombre lleno de los recuerdos del que ha vivido mucho, y que no ha perdido la frescura de los que comienzan a vivir.
Con esa hospitalidad llana y verdaderamente señorial que recuerda otros tiempos, todavia al salir y despues de habernos abrumado con sus atenciones, nos pedia escusas y nos hablaba de la soledad de su hogar.
Y en el mismo zaguan donde nos habia recibido, allí nos despidió; y alejándonos por la calle solitaria, donde la primavera está haciendo crecer la hierba entre las piedras, veíamos todavia la silueta del ilustre escritor, de pié en su puerta, conversando con un viejo amigo que en esos momentos lo visitaba, con su espléndida cabeza bañada de sol y en la cual bajo las canas hai tanta juventud y tanta bondad.
martes, 22 de mayo de 2007
El pesimismo de la generación de fin de siglo
Alameda de las Delicias a fines del siglo XIX
El 1º de agosto, Enrique MacIver pronuncia su famoso discurso sobre la crisis moral de la República en El Ateneo de Santiago, donde refleja el desaliento y la decadencia presente en el ambiente.
Para mostrar el clima que imperaba en ese entonces, a continuación se reproduce un extracto de la alocución de don Enrique:
+++"Me parece que no somos felices; se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez, la energía para luchar por la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intranquilidad.++++
+++No sería posible desconocer que tenemos más naves de guerra, más soldados, más jueces, más guardianes, más oficinas, más empleados y más rentas públicas que en otros tiempos; pero ¿tendremos también mayor seguridad; tranquilidad nacional, superiores garantías de los bienes, de la vida y del honor, ideas más exactas y costumbres más regulares, ideales más perfectos y aspiraciones más nobles, mejores servicios, más población y más riqueza y mayor bienestar? En una palabra, ¿progresamos?+++
(...)
"...la mejor respuesta es el silencio"
¿Tenemos algunos rieles más, algunas escuelas, algunos pocos miles de habitantes?, enhorabuena; pero, ¿qué importancia tiene esto para juzgar de nuestro adelanto, si esos centenares de rieles debieran ser millares, si esas docenas de escuelas debieran ser centenares y si esos pocos miles de habitantes debieran ser millones? ¿Y qué vale ello delante de las obras públicas en ruinas, de la agricultura decadente, de las minas inutilizadas, del comercio anémico, de los capitales perdidos, del ánimo enfermo?
¿Qué somos en el día de hoy? Me parece que la mejor respuesta es el silencio. Y sería bien triste, por cierto, que nos consoláramos de la pérdida de nuestro puesto preferente, con el poder militar, como se consolaban con su espada y sus pergaminos los incapaces que se veían desalojados por la actividad de los hombres de iniciativas y de trabajo.
En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país al estado en que se encuentra; pero sobre todo me parece que predomina uno hacia el que quiero llamar la atención y que es probablemente el que menos se ve y el que más labora, el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero, ¿por qué no decirlo bien alto?, a nuestra falta de moralidad pública; sí, la falta de moralidad pública que otros podrían llamar inmoralidad pública.
Hablo de moralidad que consiste en el cumplimiento de su deber y de sus obligaciones por los poderes públicos y los magistrados, en el leal y completo desempeño de la función que les atribuye la carta fundamental y las leyes, en el ejercicio de los cargos y empleos, teniendo en vista el bien general y no intereses y fines de otro género.
Hablo de moralidad que da eficacia y vigor a la función del estado y sin la cual ésta se perturba y se anula hasta el punto de engendrar el despotismo y la anarquía y como consecuencia ineludible, la opresión y el despotismo, todo en daño del bienestar común, del orden público y del adelanto nacional.
(...)
Los propósitos levantados, las ideas benéficas, las empresas salvadoras, sin mezcla de egoísmo personal o partidista, allegan siempre fuerzas poderosas que los apoyen y no sólo cuentan con los sostenedores que tienen en el campo, sino con una inagotable y abnegada reserva. Es la juventud que, sin más ley de servicio obligatorio que la escrita en su alma ansiosa del bien y amante de la patria, se alista bajo las banderas que representan una gran causa nacional.
Tengo fe en los destinos de mi país y confío en que las virtudes públicas que lo engrandecieron volverán a brillar con su antiguo esplendor".
Por Consuelo Fontecilla
Piensa negativo.
Profundo error: El pesimista ve, sin duda, todo negro y anuncia calamidades a destajo: pero, al propio tiempo experimenta una íntima satisfacción cuando ellas se realizan. Y como en el mundo las desgracias se presentan con más frecuencia que las dichas, el pesimista tiene un amplio y fecundo campo de felicidad.
Las tristezas, los fracasos, las desilusiones que tanto abaten a los optimistas, son para él accidentes con los cuales contaba de antemano y que le proporcionan el agrado de confirmar sus predicciones. Cada esperanza que se apaga brinda al pesimista el mismo goce intelectual, que el eclipse de un astro al sabio que lo ha anunciado.
En esta actitud de espíritu, sus propias desdichas son causa de alegría.
Todas estas reflexiones, que no sé si son amargas, me asaltaron ayer al encontrarme con mi amigo Aliro Peña -el «Chuncho» Peña, como lo llamamos en la intimidad- riéndose descaradamente frente a la Bolsa de Comercio.
-¿De qué te ríes? -le dije.
-¡No voy a reírme -me contestó- al mirar este cementerio de acciones! ¡Lo que yo venía prediciendo! No hay un negocio que ande regular. La acción de la Bolsa, que antes valía trescientos mil pesos, está ahora a treinta y seis mil, y las demás, por el estilo!
-Tú no tienes corazón.
-Pero tengo cabeza: Hace tiempo antes de que perdiera aquí hasta el modo de andar se lo venía pronosticando a los amigos: Las sociedades se van a ir a la ruina: La industria no da para sustos... Esto se tiene que desmoronar. Ya ves tú como está la minería.
-Pero el país no es sólo minero...
-No, es también agrícola... y, a propósito, ¿has visto a algún comprador de cereales? Tengo un pequeño fundito: me interesaría que alguien comprara algo. No tanto por interés del dinero, créemelo -estoy arruinado y afortunadamente mis fracasos sólo afectan por el momento a los acreedores-, pero, por curiosidad: Tengo el capricho de ver un comprador.
-Estás de un pesimismo insoportable.
-Es que acabo de hallarme con un salitrero. Hay un millón y medio de toneladas que no pueden encontrar colocación. Como se ha puesto ya amarillo de viejo, parece que los compradores lo toman por cebada y no quieren ni mirarlo...
-Yo soy optimista, ¡claro está!, pero desgraciadamente no todos los optimistas tenemos cincuenta pesos... Por eso, precisamente, somos optimistas y esperamos días mejores. Si no fuera por esa esperanza, ¿qué sería de nosotros?
Y se alejó serenamente.
Qué es ser chileno
El hombre chileno es, en general, esencialmente andariego; para él las distancias no son distancias, siempre que al cabo de ellas llegue a divisar mucho lucro, o mucho que admirar. Si no se le ve en todas partes, no es por falta de deseo, cuanto por falta de recursos para satisfacer su natural propensión.
Llenas están de chilenos las ardientes y arenosas costas bolivianas; en el Perú se encuentras por miles; y en uno y otro estado nadie disputa al peón chileno la palma de la actividad; del arrojo y del trabajo, al revés de lo que le sucede en su propio país, donde no teniendo a quien lucir esas virtudes, no solo es desidioso, sino que llega a ser manso y sumiso, cuando fuera de él es siempre altanero y orgulloso.
Chilenos fueron los primeros pobladores que, corriendo en pos del vellocino de oro, pisaron las encantadas playas de California. En ellas, la afeminación y el ocio aparente de algunos hijos de las primeras familias de Santiago, se transformaron, bajo el solo influjo de un cielo extranjero, en envidiables tipos de arrojo y de trabajo. Los he visto con la risa en los labios trocar el roce del guante de suave cabritilla por el áspero de la barreta del gañán; la camisa de hilo, el lucido chaleco y la vistosa levita de fino paño, por una simple y burda camisa áspera de lana. Los he vito dormir en el suelo sin más abrigo que un sarape, ni más almohada que el sombrero, y confiados en sus velimentos personales, desafiar impávidos el sol, el agua, el trabajo y el cansancio. En California el semental y petimetre santiagueño, junto con el gañan de nuestros tiempos, fueron alternativamente amos y sirvientes, codiciados fleteros, incansables cargadores, carpinteros, cortadores de adobes, lavadores de oro, constructores y comerciantes. Los he visto de amos exigentes y regañones en Chile, tornarse sin esfuerzo en modestos criados de un mulato afortunado.
Chilenos he visto en los terribles hielos del Báltico, a inmediaciones de Crostad, abandonar serenos, prendidos en las nieves, la nave en que servían, seguir a pie sobre el mar congelado hasta el continente, y de allí venir de cárcel en cárcel, hasta llegar a Hamburgo, desde donde tuve ocasión de repatriarles. Los he visto, muy sueltos de cuerpo, echar bravatas sobre un muelle de Burdeos donde acababan de desembarcar, aunque se encontraban en el más completo aislamiento de relaciones, tan serenos y resueltos como si aún estuvieran en el San Carlos de Ancud. He visto chilenos acaudalados malbaratar a manos llenas sus caudales en todas las capitales de la Europa , sin cuidarse del porvenir; chilenos muy pobres, buscando con confianza y con fe en sus propios talentos, el prestigio y la honra que dan en aquellos centros de civilización el mejoramiento de las ciencias y de las artes; y chilenos, simples marineros y desertores además, atravesar contentos la Francia a pie, desde Burdeos hasta el Havre, para buscar otro buque donde servir. Chileno fue aquel atrevido marino aventurero que siguió a Cochrane a la Grecia; chilenos son los infinitos viandantes que, alforjas al hombro y garrote en mano, se encuentran a cada paso en los boquetes de los Andes, aprovechando del verano para ir a pie, en busca de una yunta de novillos de amansa, o de un caballo para su montura; y chilenos también los pobladores de cuantos Chilecitos se alzan al pie oriental de nuestros Andes, porque donde hay chilenos juntos en el extranjero, debe surgir forzosamente un Chilecito.
Publicado por: Barinia Vidal A.
Huelga de la Carne
Uno de los redactores de El Alba, órgano de la Federación de Carpinteros de Santiago, bajo influencia de la corriente libertaria, al hacer el balance de los sucesos de octubre expresaba esta percepción:
“Los trabajadores una vez más hemos sido derrotados, los eternos esclavos recibimos otra vez el castigo por nuestra ignorancia e inexperiencia [...]
Es doloroso decirlo, pero es lo cierto, somos muy atrasados en organización social y hay por desgracia un espíritu muy estrecho para poder juzgar y ver los hechos” Y uno de sus compañeros afirmaba:
“Los charcos de sangre con que se han regado las calles serán recuerdos imborrables en el corazón del trabajador universal, serán chispas incendiarias de odio a los tiranos y asesinos del 22 de octubre de 1905.
[...] Los héroes del trabajo y mártires de la saña burguesa en las jornadas del 22, no pasarán por ignorados en los corazones de los más esforzados luchadores, ellos han sido los centinelas que han muerto en el puesto que les correspondía, defendiendo el derecho de vida y conquistando nuevas libertades para el futuro. Ellos han preferido antes que la muerte tortuosa y lenta, con que los acosa el hambre, han buscado una muerte corta, pero llena de sublime ejemplo para los que más tarde vayan a llenar el vacío que ellos han dejado en defensa de lo que ellos defenderán mañana”.
De estos rasgos -pesimismo, clasismo, misticismo y martirologio proletario- probablemente el más marcadamente presente en las jornadas de octubre fue el clasismo. Tanto en los desfiles organizados como en los momentos más álgidos, siempre estuvo presente la clara percepción acerca de la oposición de burgueses y proletarios, ricos y pobres. A ello apuntaba la pedagogía que los activistas populares desplegaron aquellos días en sus discursos, pancartas y gritos de mando. Así, en la Maestranza de los Ferrocarriles del Estado –según lo declarado bajo juramento por el jefe de los inspectores de esa sección- el 23 de octubre el obrero N. Gutiérrez del taller de cobrería y los pintores N. Sepúlveda y Pablo Leiva exhortaron a sus compañeros a la huelga: “Gutiérrez llevando en un palo un pañuelo rojo, que tenía las figuras de dos fieras luchando”, y Leiva y Sepúlveda explicando que “una fiera representaba al rico y otra al proletario”. Y en muchos otros lugares, especialmente al calor de las refriegas, los gritos y consignas de la masa contra los ricos y especuladores dieron un marcado sabor clasista a la asonada de los santiaguinos pobres.
lunes, 21 de mayo de 2007
La Mujer Nueva (1935-1936)
- 8 Noviembre 1935
EL MOVIMIENTO PRO EMANCIPACIÓN DE LAS MUJERES DE CHILE luchará:
En el orden jurídico:
a) Por el reconocimiento amplio de sus derechos políticos.
b) Por la ampliación de los derechos civiles, particularmente en lo que se refiere a las causales para pedir la separación de bienes.
c) Por la facultad de cambiar , de común acuerdo, el régimen matrimonial y liberar a la mujer del peso de la prueba para acreditar el origen de los bienes adquiridos con su trabajo personal.
d) Por el divorcio con disolución de vínculo.
e) Por la suspensión de las trabas para contraer matrimonio.
f) Por la dictación de un código del niño que contemple todos los aspectos de la defensa de menores, como Juzgados, Reformatorios, alimentos, reglas sobre la tuición en las que se considere el interés de los menores y no el de los padres y en especial la investigación de la paternidad y la igualdad de los hijos legítimos e ilegítimos.
g) Por la modificación del régimen penitenciario femenino, especialmente para las mujeres con hijos, y
h) En general por la dictación de cualquier ley de carácter social o económico de defensa de la mujer y del niño.
En el orden Económico:
a) Por la igualdad de sueldos y salarios para el hombre y la mujer y la fijación de un salario mínimo.
b) Por el mejoramiento de todas las condiciones de trabajo y el cumplimiento de la legislación social, en especial los preceptos que protegen la maternidad y el niño obrero.
c) Por el abaratamiento de la vida.
d) Por la vivienda sana y barata, y
e) Por el mejoramiento del “standard” de vida de la mujer obrera y empleada.
En el oren Biológico:
Por emancipar a la mujer de la maternidad obligada, mediante la divulgación de métodos anticoncepcionales y por una reglamentación científica que permita combatir el aborto clandestino que tan graves peligros encierra.
En resumen, creemos que en nuestro programa están contenidas las revindicaciones más sentidas de las mujeres que comprenden que su condición social está llena de irritantes injusticias.
Debemos agregar aún dos campañas máximas que debe librar el MEMCH por estar dirigidas contra los dos mayores enemigos de la mujer y de la Humanidad: el Fascismo y la Guerra.
Lucharemos contra el Fascismo, porque tiende a privar a la mujer de sus más elementales derechos adquiridos, considerándola solamente apta para desempeñas las ocupaciones domésticas.
Y contra la Guerra por ser una crueldad inhumana y que sirve tan sólo para proteger los intereses comerciales.
¡POR LA DEFENSA DE LA MUJER Y EN CONTRA DE TODOS SUS FLAGELOS!
- 21, Mayo 1935
La Empleada Doméstica
E. Román
Entre las mujeres que trabajan existe un sector cuya explotación y condiciones de trabajo es increíble: la empleada doméstica.
Ella debe trabajar desde las 6 o 7 de la mañana hasta altar horas de la noche sin ningún descanso. Para ella no se ha fijado un horario, ni se han determinado tareas, generalmente tiene que desempeñar todos los trabajos de la casa de los patrones: cocina, aseo de las salas, dormitorios, comedores, atención de los niños, teléfono, etc, etc. Sus funciones no están limitadas y así vemos que muchas veces vemos que tiene que realizar el papel de enfermera o niñera sin que pueda reclamar descanso. Está ella ahí para “todo servicio” por un sueldo que no puede representar jamás el valor de su trabajo.
Y la empleada doméstica ha de ser soltera, sin hijos, sin madre, ni hermanos, sin ninguna familia, pues la “señora” no permite que se le visite y sólo puede darle permiso una vez al mes, en los mejores casos. De este modo la empleada doméstica constituye un objeto que los amos manejan a su antojo. Ella no tiene derecho a nada, no dispone ni siquiera de un rincón suyo, su vida privada es registrada y violentada por los patrones y como si todo esto no fuera aún suficiente, se le maltrata considerándola como a un animal que no tiene derecho a protestar.
La empleada doméstica debe ir munida de una recomendación al solicitar un nuevo empleo, de ese papel de conducta depende su alimento, su techo, sus vestidos, pero ella no exige certificado de conducta a la que va a ser su nueva patrona, entra a servir a una casa desconocida totalmente. ¿Si la patrona exige recomendación de la empleada no es justo que ésta lo exija de la patrona?
Pero en este estado de cosas unos tienen sólo los derechos y otros sólo la obligación.
Todos estos abusos podrían terminarse si estas mujeres estuvieran organizadas, si contaran con una organización que las defendiera, que hiciera respetar sus derechos, que luchara por conquistar su bienestar. Es la única manera como pueden librarse. Las empleadas domésticas unidas en un solo frente serían respetadas y consideradas como seres humanos por sus amos.
El MEMCH se empeñará en esta campaña e invitará a todas las empleadas domésticas a que ingresen a sus filas a fin de organizarlas en un robusto block de acción.
La Prostitución
La sociedad actual, que dice luchar contra la prostitución, contra la pornografía, contra la corrupción, no hace sino afirmar y ayudar al aumento de todos los males por los que pretende luchar. Para ella todo se reduce a etiquetas, contratos o apariencias: pero jamás aborda las verdaderas causas que producen los innumerables problemas de un pueblo. No desconoce las causas que los engendran, pero se desentiende de ellas, las silencian, porque el abordarlas significaría el derrumbe de todos sus privilegios y el desmoronamiento de todas sus ambiciones desmedidas y bajas. La sociedad esta comprende naturalmente, los afortunados, los usufructuarios del sistema actual porque el pueblo, los que trabajan, no son considerados por ellos como seres humanos, sino como bestias de producción.
Así un grupo de “señoras” han empezado una campaña en contra de la prostitución. Esta campaña se reduce a publicaciones en la prensa seria y el nombramiento de comisiones que “estudien” el problema. Fuera de esto no pueden hacer más. Luchan contra la prostitución: pero el salario de las mujeres no se aumenta, la madre soltera es vilipendiada y humillada en todas las formas, sigue la diferencia de clases de las mujeres en “señoritas” y “rotas”, sigue la seducción organizada, el matrimonio indisoluble, etc. ¿Es ésta la manera de luchar contra la prostitución?
Es necesario que todas las mujeres entiendan que de nada sirven las palabras y las promesas, sólo los hechos, la labor efectiva y sensible solucionará todos los problemas que afligen a los pueblos. Es necesario que las mujeres comprendan que son ellas las únicas que sufren. las que trabajan, las únicas que por sí mismas conquistarán su derecho a la vida en forma humana y civilizada.
Sin mejorar los salarios femeninos, sin proteger a la madre soltera, sin que exista el divorcio con disolución de vínculo, sin una educación sexual científica y sin falsa moral, sin terminar con el complejo de inferioridad que esta sociedad ha inculcado a las mujeres será imposible terminar con la prostitución.
La Guerra
¿Qué es eso “patria?¿Por qué debo entregar mis hijos a esa patria que no me ha dado sino hambre, frío y cansancio? ¿Por qué ser un héroe – se preguntan los obreros – asesinando a los hermanos proletarios?
¡Ah, mentira! Los que organizan la masacre de la humanidad inventan cosas bonitas para engañar a las mujeres y a los hombres.
- 21, Mayo 1936
Necesidad del control de los nacimientos
El problema del aborto y de la mujer obrera
El tema de las conversaciones durante todo este último tiempo lo ha constituido el acuerdo de la Convención Médica de Valparaíso, referente al aborto. Los doctores ahí reunidos llegaron a la conclusión que el excesivo porcentaje de muertes y enfermedades producidas por abortos clandestinos, hechos por matronas inexpertas, demostraba la necesidad de legislar en este sentido y establecer el aborto legal o sea la atención gratuita en los establecimientos hospitalarios de las mujeres que deseen interrumpir su embarazo, ya sea por enfermedad, miseria o excesiva familia. Y para evitar los males del aborto, que si bien son menores cuando se hace científicamente siempre subsisten, se acordó pedir ante todo la difusión de los preventivos anticoncepcionales. El acuerdo general fue tomado como medida transitoria después de considerar la situación de miseria en que vive la clase media y la clase obrera.
La composición social y el género de actividades a que se dedican las mujeres que componen nuestro Movimiento de Emancipación había determinado hace ya algunos meses un acuerdo análogo, que fue estampado en nuestro programa. El drama de la mujer trabajadora que pasea su miseria por las calles con un niño tomado de la mano, otro en los brazos, uno o dos más siguiéndole los pasos y generalmente otro en el vientre, y que llega a su casa a darles té puro o agua de manzanilla como único alimento, a veces durante 24 horas, es algo para nosotras demasiado conocido y por lo tanto no podíamos haber silenciado lo que nos parecía una solución transitoria.
Este acuerdo ha desencadenado sobre los médicos asistentes a la Convención un sin número de ataques, tantos como los que henos sufrido nosotras por recomendar el aborto. Es natural: él significa la acusación más dramática que hacen los médicos y las víctimas de la situación social actual. Nosotras creemos que la sociedad no le puede imponer a la mujer el tributo de los hijos si no le proporciona los medios de alimentarlos. La mujer es condenada a la miseria, ya que el salario de un padre de familia obrera está comprobado que no alcanza para las necesidades de varias personas y que el trabajo a domicilio que es el único que ella puede hacer sin abandonar sus hijos (ya sea como lavandera o costurera) constituye la explotación más ignominiosa del ser humano, no tiene otro camino ni otra salida que la supresión del nuevo hijo cuando lo siente latir en sus entrañas.
La maternidad para la mujer acomodad, si bien constituye muchos sacrificios, encierra también muchas alegrías. Ver a su hijo alimentarse y crecer como un animalito sano y gracioso, palpar sus carnecitas firmes y rosadas es algo que llena a la madre de tibieza y de ternura. La maternidad para la madre obrera es sólo una pesadilla. Su pecho seno es incapaz de proporcionar el alimento suficiente y los llantos del niño hambriento son enloquecedores. El mirar sus huesitos y su cara de viejo prematuro produce tan solo la angustia y la mujer estrecha contra su cuerpo la criatura con toda la desesperación de quien es un porvenir sin esperanza.
Sus sufrimientos concluyen tan solo cuando va a depositarlo encerrado en una cajita que cubre con tierra allá en el cementerio. Y de la maternidad le queda grabada a la pobre mujer únicamente el llanto y los quejidos de ese ser que en su debilidad y desamparo grita su protesta inconsciente de su paso por este mundo organizado tan criminalmente para los de su clase. Durante esos pocos meses que constituyeron su vida sus carnecitas y sus vísceras sólo se retorcieron de dolor. Ante el próximo embarazo la madre lo mata antes de nacer. El placer de la vida no se ha hecho ni para que ella lo sienta al darlo, ni su hijo al recibirlo.
Así mientras no llegan días mejores en que se pueda proporcionar a la madre obrera todos los cuidados dignos de la majestad de su caso, mientras no se le asegura el pan, el techo para el abrigo para ella y para su hijo, mientras la maternidad constituya una maldición para ella y para la sociedad, un desfile de pequeñas criaturas desde el vientre materno al cementerio, nosotras vamos a propiciar el aborto legal y vamos a secundar ampliamente la labor de los médicos en ese sentido. Nuestra consigna debe ser “que la madre trabajadora tenga sólo los hijos cuya posibilidad de vivir esté asegurada”.
Cuenta la historia que figuraba en las antiguas leyendas de un dios llamado Moloch al que se le sacrificaban los niños para desagraviarlo cuando estaba irritado. Y el dios los devoraba. Así procede esta sociedad actual semejante al Dios Moloch: sólo quiere que nazcan los niños para devorarlos. Exige que se le inmole todos los años la cuarta parte de la población como un homenaje a sus principios. Que nazcan muchos niños para verlos desaparecer disputados por la tuberculosis, el raquitismo, los trastornos nutritivos y todas las enfermedades parasitarias que ha clasificado la ciencia médica. Que se mueran todos, pero que no se cambie ni un ápice de lo que ella ha establecido como moral y como bueno.
Entrevista de Pepita Turina
P.T: “¿Tiene Estados Unidos disposición de espíritu, interés verdadero por América Hispana?
(…)
P.T: “¿Y cuales son las características, para la instrucción del adulto?
(...)
“La eficacia de la mujer en la política, en Estados Unidos ya no se discute —dice Amanda Labarca, su papel es exactamente igual al del hombre. Hay mujeres en el gabinete.”
María Paz Lundin