martes, 19 de junio de 2007

Educación en Chile: La esclavitud de la ignorancia

El último censo ha venido a demostrar escuetamente que en Chile existen 500.000 analfabetos, esta cifra – desoladoramente amplia para un país de pequeña población como el nuestro – demuestra en forma elocuente la culpable actitud de todos los gobiernos que se han sucedido en La Moneda a través de varias generaciones. En esto, ni las derechas ni las izquierdas pueden absolverse de culpa y responsabilidad. Ambas tendencias políticas han abandonado a gran parte de la población a sus propias fuerzas, prefiriendo adquirir armamentos y construir carteles y cárceles antes que edificar escuelas y propiciar el aumento del profesorado.

Es preferible la lapicera a un fusil y un maestro a un soldado. El que niegue esto o busque sofismas para negar una verdad irredarguible, necesariamente tendrá que sufrir una aberración mental que lo imposibilita para abarcar el complejo panorama de la humanidad que busca los caminos que la conduzcan hacia su liberación espiritual y material. Medio millón de analfabetos significan medio millón de almas muertas, de hombres que pasan por la vida como ciegos guiados por sus instintos primarios. No es raro, por cierto, que en estas condiciones el pueblo chileno esté condenado a una inacabable esclavitud derribada de su ignorancia.

Es preciso que la colectividad ilustrada se preocupe de este problema de importancia nacional , sugiriendo y actuando en forma que demuestre a los poderes públicos, que no es posible prolongar indefinidamente un estado de cosas que constituye una vergüenza para un pueblo que se precia de culto. Si los legisladores se despreocupan de la educación del pueblo, deben los simples particulares propiciar la creación de centros culturales y escuelas nocturnas para adultos analfabetos, gratuitas, ampliasen su sentido social, y si es posible, salir a buscar al analfabeto para que venza su vergüenza o su desidia y acuda a las escuelas de las que estamos hablando. Esperar que los gobiernos se preocupen de forma amplia y fructífera de este problema educacional, es ser sencillamente ingenuo. Debemos pensar que si cada chileno instruido se preocupara de enseñar a leer y escribir a uno de los quinientos mil analfabetos, estos desaparecerían a corto plazo. Es preciso iniciar una amplia campaña de alfabetización a traves de todo el país y crear en la conciencia de todos los habitantes de Chile que es preferible una escuela a un cuartel y una simple lapicera a un fúsil automático: una es símbolo auténtico de cultura y el otro de barbarie y de crimen.

Escrito por Gonzalo Drago en la Revista Actitud en Agosto de 1943


Barinia Vidal A

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