lunes, 28 de mayo de 2007

Cómo convertirse en una mujer feliz en seis semanas

Por Carola Segrez

Myriam Carange acaba de inaugurar en Paris, unos cursos con una fórmula completamente nueva: enseña… los rudimentos indispensables para obtener felicidad.
Enseñar la felicidad es, en efecto, muy tentador… pero algo ilusorio, me parece. ¿Cómo enseñar una cosa tan difícil de definir?
“¡De ninguna manera!”-protesta Myriam Carange. Una mujer sabe muy bien lo que es la felicidad, una cosa muy compleja tal vez, pero que podría resumirse en una sola palabra: gustar. Y ¿qué es lo que hace falta para gustar? Ante todo ser bella. Muchas mujeres son bellas y podrían serlo aún más y más tiempo, también. ¡Y cuántas se creen feas o ignoran que la belleza se adquiere! Eso es lo que le enseñamos a nuestras alumnas.

Las entregamos primeramente a nuestro médico, pues la primera condición para tener belleza, es la salud, después les enseñamos a cuidar su cuerpo, su cara, sus manos y les damos al mismo tiempo, lecciones de dicción, de encanto, pues la belleza no es nada si no va acompañada de gracia y distinción.

Divertida aunque algo escéptica, pido autorización para asistir a los cursos.
Hay reunidas en una sala insospechada, doce alumnas. En medio de un estrado, la profesora en traje de baño, en el suelo, formando un semicírculo y alrededor las alumnas.

Es la lección de automasaje, a lo que seguirá la lección de cultura física o más exactamente, de moldeamiento del cuerpo, por medio de golpe. Las alumnas golpearán vigorosamente, cincuenta o cien veces seguidas, contra el suelo, la cadera, el muslo o la pantorrilla que han de “moldear”.

Después con un gran libro colocado sobre la cabeza y otro sujetado con ambas manos extendidas, dan por turno una vuelta a la sala, suben tres escalones y los bajan sin mirarse los pies, ejerciendo éste que ha de proporcionarles rápidamente unos andares nobles y elegantes.

Ahora el semicírculo se forma de nuevamente para dar la lección de sonrisa. A la voz de mando, las alumnas han de exclamar a coro, diez, veinte, cincuenta veces seguidas. ¡Un, deux, trois, cheese! “Traten de pensar en algo magnífico-les dice la maestra- y obtendrán una mirada alegre”.
Sin embargo, se adivina el efecto saludable de este ejercicio en las alumnas que veía sonreír hace unos instantes sin atreverse a descubrir unos dientes que no carecen de belleza.

Una joven estudiante parece gustar más de los “cursos de éxitos” que de los de derecho. Una madre de familia trabaja con ahínco; pues, a su hijo, le gustaría mucho que recuperar su “línea” y juventud. Su vecina ha venido animada por el mismo deseo que tienen sus pequeños ¡el de crecer!

El profesor indica los movimientos propios para cada temperamento, para cada anatomía y todas siguen sus consejos para afinar el talle, muscular, un hombro e incluso enderezar una pierna ligeramente zamba.

Y abandonan, no sin cierto sentimiento, esta clase para ir a vestirse. Pero una nueva experiencia las espera. La primera lección de dicción en la cual cada una de ellas ha de leer un poema de Geraldi, naturalmente, mientras su voz será registrada en un disco.
Sienten una gran emoción ante el micrófono, algunas tartamudean más todas empiezan precipitadamente con un tono monótono y seco, la emoción les aprieta la garganta y las frases más tiernas adquieren un acento amenazador.

Al día siguiente, otro profesor, un conocedor del alma femenina, empieza una serie de charlas durantes las cuales enseña o recuerda a sus alumnas, con muy buen sentido y firmeza, las cualidades que constituyen el encanto de la mujer.

Y habiendo de este modo aprendido a cuidar su cuerpo, su cara, sus manos, sus cabellos, a mejorar su andar, su porte, a perfeccionar su dicción, a cultivar su encanto, la estudiante-candidato a la felicidad, habrá saber encontrar su “estilo”. Un experto en cara y un gran modisto la ayudarán. Y cuando termine el curso, cada una llevará consigo un certificado de aspirante a la felicidad, con testimonios que demostrarán los progresos realizados, los discos registrados a la llegada y a la salida y las fotografías tomadas el primero y el último día.

Revista Alejandra
Año 2 Nº9
Página 30

Cony Jiménez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

año 2 sería que año?

Anónimo dijo...

El año 2 de la revista