miércoles, 23 de mayo de 2007

El vértigo de la velocidad

Según parece, Chile es el país de los problemas sin solución. Cada cosa constituye para nosotros un jeroglífico indescifrable. Tenemos problemas de todas las naturalezas y de todos los tamaños; desde el enorme problema obrero hasta el pequeño problemita de la alimentación de las gallinas. ¡Y para qué hablar del problema tranviario, del problema político, del problema municipal etc., etc.,! ¡Todo es problema!
Pero hay entre todos estos problemas insolucionables, uno que es gravísimo: el del tránsito de vehículos por nuestras calles
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Zig-Zag, 16 de agosto de 1924

Según parece, en capitales de población fabulosa, como NW York, París, Londres, etc., el problema del tránsito está solucionado y si no se han podido evitar los accidentes en su totalidad, por lo menos se evitan en su mayor parte. Nosotros, en nuestro colonial Santiago, no tenemos más de 500.000 habitantes y el número de nuestros automóviles, autocamiones y demás aparatos peligrosos es ridículo comparado con el de una gran ciudad; sin embargo, aquello que en París y NW York ha sido solucionado, nosotros no podemos arreglarlo en ninguna forma. La gente muere bajo las ruedas de los automóviles y de los tranvías, los cuales a su vez chocan con una frecuencia inusitada y se destrozan que es un primor.
¿Por qué ocurre esto? Sencillamente porque, según parece, no existe una ordenanza municipal que establezca una forma de tránsito segura y eficiente, o porque, si esta ordenanza existe, no hay quien la haga cumplir, no se hace porque no da la gana. Los conductores de autocamiones tienen un desprecio olímpico por la vida. En calles oscuras y mal pavimentadas, como son la gran mayoría de las calles santiaguinas, estos hombres temerarios se ponen a "echar carrera" sin importarles gran cosa el estado de ánimo de los pasajeros, que por lo general no gustan de ese "sport".
Los atropellos, choques y demás accidentes, se suceden en esta capital con una frecuencia que da escalofríos. Se ven autos que pasan como visiones, "góndolas" cargadas con quince pasajeros, además del número que pueden llevar. ¿Qué hace la policía? ¿Qué hacen los inspectores del tránsito? ¡He aquí el problema!
Por otra parte la Empresa de Tranvías, con su servicio cada día más deficiente, no sirve de gran cosa para nuestra movilización. Hay tranvías como el "Alameda", andan a paso de tortuga y cuando uno se pone a las ocho y media de la noche a esperar "carro" en cualquiera línea, puede tener la seguridad que no llegará nunca...
¡Es el problema del tránsito; el problema de la movilización urbana!.

Isen

Consuelo Fontecilla



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