lunes, 21 de mayo de 2007

La Mujer Nueva (1935-1936)

(por Francesca Roccatagliata)

- 8 Noviembre 1935

EL MOVIMIENTO PRO EMANCIPACIÓN DE LAS MUJERES DE CHILE luchará:

En el orden jurídico:
a) Por el reconocimiento amplio de sus derechos políticos.
b) Por la ampliación de los derechos civiles, particularmente en lo que se refiere a las causales para pedir la separación de bienes.
c) Por la facultad de cambiar , de común acuerdo, el régimen matrimonial y liberar a la mujer del peso de la prueba para acreditar el origen de los bienes adquiridos con su trabajo personal.
d) Por el divorcio con disolución de vínculo.
e) Por la suspensión de las trabas para contraer matrimonio.
f) Por la dictación de un código del niño que contemple todos los aspectos de la defensa de menores, como Juzgados, Reformatorios, alimentos, reglas sobre la tuición en las que se considere el interés de los menores y no el de los padres y en especial la investigación de la paternidad y la igualdad de los hijos legítimos e ilegítimos.
g) Por la modificación del régimen penitenciario femenino, especialmente para las mujeres con hijos, y
h) En general por la dictación de cualquier ley de carácter social o económico de defensa de la mujer y del niño.

En el orden Económico:
a) Por la igualdad de sueldos y salarios para el hombre y la mujer y la fijación de un salario mínimo.
b) Por el mejoramiento de todas las condiciones de trabajo y el cumplimiento de la legislación social, en especial los preceptos que protegen la maternidad y el niño obrero.
c) Por el abaratamiento de la vida.
d) Por la vivienda sana y barata, y
e) Por el mejoramiento del “standard” de vida de la mujer obrera y empleada.

En el oren Biológico:
Por emancipar a la mujer de la maternidad obligada, mediante la divulgación de métodos anticoncepcionales y por una reglamentación científica que permita combatir el aborto clandestino que tan graves peligros encierra.

En resumen, creemos que en nuestro programa están contenidas las revindicaciones más sentidas de las mujeres que comprenden que su condición social está llena de irritantes injusticias.
Debemos agregar aún dos campañas máximas que debe librar el MEMCH por estar dirigidas contra los dos mayores enemigos de la mujer y de la Humanidad: el Fascismo y la Guerra.
Lucharemos contra el Fascismo, porque tiende a privar a la mujer de sus más elementales derechos adquiridos, considerándola solamente apta para desempeñas las ocupaciones domésticas.
Y contra la Guerra por ser una crueldad inhumana y que sirve tan sólo para proteger los intereses comerciales.

¡POR LA DEFENSA DE LA MUJER Y EN CONTRA DE TODOS SUS FLAGELOS!



- 21, Mayo 1935
La Empleada Doméstica
E. Román


Entre las mujeres que trabajan existe un sector cuya explotación y condiciones de trabajo es increíble: la empleada doméstica.
Ella debe trabajar desde las 6 o 7 de la mañana hasta altar horas de la noche sin ningún descanso. Para ella no se ha fijado un horario, ni se han determinado tareas, generalmente tiene que desempeñar todos los trabajos de la casa de los patrones: cocina, aseo de las salas, dormitorios, comedores, atención de los niños, teléfono, etc, etc. Sus funciones no están limitadas y así vemos que muchas veces vemos que tiene que realizar el papel de enfermera o niñera sin que pueda reclamar descanso. Está ella ahí para “todo servicio” por un sueldo que no puede representar jamás el valor de su trabajo.
Y la empleada doméstica ha de ser soltera, sin hijos, sin madre, ni hermanos, sin ninguna familia, pues la “señora” no permite que se le visite y sólo puede darle permiso una vez al mes, en los mejores casos. De este modo la empleada doméstica constituye un objeto que los amos manejan a su antojo. Ella no tiene derecho a nada, no dispone ni siquiera de un rincón suyo, su vida privada es registrada y violentada por los patrones y como si todo esto no fuera aún suficiente, se le maltrata considerándola como a un animal que no tiene derecho a protestar.
La empleada doméstica debe ir munida de una recomendación al solicitar un nuevo empleo, de ese papel de conducta depende su alimento, su techo, sus vestidos, pero ella no exige certificado de conducta a la que va a ser su nueva patrona, entra a servir a una casa desconocida totalmente. ¿Si la patrona exige recomendación de la empleada no es justo que ésta lo exija de la patrona?
Pero en este estado de cosas unos tienen sólo los derechos y otros sólo la obligación.
Todos estos abusos podrían terminarse si estas mujeres estuvieran organizadas, si contaran con una organización que las defendiera, que hiciera respetar sus derechos, que luchara por conquistar su bienestar. Es la única manera como pueden librarse. Las empleadas domésticas unidas en un solo frente serían respetadas y consideradas como seres humanos por sus amos.
El MEMCH se empeñará en esta campaña e invitará a todas las empleadas domésticas a que ingresen a sus filas a fin de organizarlas en un robusto block de acción.



La Prostitución

La sociedad actual, que dice luchar contra la prostitución, contra la pornografía, contra la corrupción, no hace sino afirmar y ayudar al aumento de todos los males por los que pretende luchar. Para ella todo se reduce a etiquetas, contratos o apariencias: pero jamás aborda las verdaderas causas que producen los innumerables problemas de un pueblo. No desconoce las causas que los engendran, pero se desentiende de ellas, las silencian, porque el abordarlas significaría el derrumbe de todos sus privilegios y el desmoronamiento de todas sus ambiciones desmedidas y bajas. La sociedad esta comprende naturalmente, los afortunados, los usufructuarios del sistema actual porque el pueblo, los que trabajan, no son considerados por ellos como seres humanos, sino como bestias de producción.

Así un grupo de “señoras” han empezado una campaña en contra de la prostitución. Esta campaña se reduce a publicaciones en la prensa seria y el nombramiento de comisiones que “estudien” el problema. Fuera de esto no pueden hacer más. Luchan contra la prostitución: pero el salario de las mujeres no se aumenta, la madre soltera es vilipendiada y humillada en todas las formas, sigue la diferencia de clases de las mujeres en “señoritas” y “rotas”, sigue la seducción organizada, el matrimonio indisoluble, etc. ¿Es ésta la manera de luchar contra la prostitución?

Es necesario que todas las mujeres entiendan que de nada sirven las palabras y las promesas, sólo los hechos, la labor efectiva y sensible solucionará todos los problemas que afligen a los pueblos. Es necesario que las mujeres comprendan que son ellas las únicas que sufren. las que trabajan, las únicas que por sí mismas conquistarán su derecho a la vida en forma humana y civilizada.
Sin mejorar los salarios femeninos, sin proteger a la madre soltera, sin que exista el divorcio con disolución de vínculo, sin una educación sexual científica y sin falsa moral, sin terminar con el complejo de inferioridad que esta sociedad ha inculcado a las mujeres será imposible terminar con la prostitución.



La Guerra

¿Qué es eso “patria?¿Por qué debo entregar mis hijos a esa patria que no me ha dado sino hambre, frío y cansancio? ¿Por qué ser un héroe – se preguntan los obreros – asesinando a los hermanos proletarios?
¡Ah, mentira! Los que organizan la masacre de la humanidad inventan cosas bonitas para engañar a las mujeres y a los hombres.



- 21, Mayo 1936
Necesidad del control de los nacimientos
El problema del aborto y de la mujer obrera


El tema de las conversaciones durante todo este último tiempo lo ha constituido el acuerdo de la Convención Médica de Valparaíso, referente al aborto. Los doctores ahí reunidos llegaron a la conclusión que el excesivo porcentaje de muertes y enfermedades producidas por abortos clandestinos, hechos por matronas inexpertas, demostraba la necesidad de legislar en este sentido y establecer el aborto legal o sea la atención gratuita en los establecimientos hospitalarios de las mujeres que deseen interrumpir su embarazo, ya sea por enfermedad, miseria o excesiva familia. Y para evitar los males del aborto, que si bien son menores cuando se hace científicamente siempre subsisten, se acordó pedir ante todo la difusión de los preventivos anticoncepcionales. El acuerdo general fue tomado como medida transitoria después de considerar la situación de miseria en que vive la clase media y la clase obrera.
La composición social y el género de actividades a que se dedican las mujeres que componen nuestro Movimiento de Emancipación había determinado hace ya algunos meses un acuerdo análogo, que fue estampado en nuestro programa. El drama de la mujer trabajadora que pasea su miseria por las calles con un niño tomado de la mano, otro en los brazos, uno o dos más siguiéndole los pasos y generalmente otro en el vientre, y que llega a su casa a darles té puro o agua de manzanilla como único alimento, a veces durante 24 horas, es algo para nosotras demasiado conocido y por lo tanto no podíamos haber silenciado lo que nos parecía una solución transitoria.
Este acuerdo ha desencadenado sobre los médicos asistentes a la Convención un sin número de ataques, tantos como los que henos sufrido nosotras por recomendar el aborto. Es natural: él significa la acusación más dramática que hacen los médicos y las víctimas de la situación social actual. Nosotras creemos que la sociedad no le puede imponer a la mujer el tributo de los hijos si no le proporciona los medios de alimentarlos. La mujer es condenada a la miseria, ya que el salario de un padre de familia obrera está comprobado que no alcanza para las necesidades de varias personas y que el trabajo a domicilio que es el único que ella puede hacer sin abandonar sus hijos (ya sea como lavandera o costurera) constituye la explotación más ignominiosa del ser humano, no tiene otro camino ni otra salida que la supresión del nuevo hijo cuando lo siente latir en sus entrañas.

La maternidad para la mujer acomodad, si bien constituye muchos sacrificios, encierra también muchas alegrías. Ver a su hijo alimentarse y crecer como un animalito sano y gracioso, palpar sus carnecitas firmes y rosadas es algo que llena a la madre de tibieza y de ternura. La maternidad para la madre obrera es sólo una pesadilla. Su pecho seno es incapaz de proporcionar el alimento suficiente y los llantos del niño hambriento son enloquecedores. El mirar sus huesitos y su cara de viejo prematuro produce tan solo la angustia y la mujer estrecha contra su cuerpo la criatura con toda la desesperación de quien es un porvenir sin esperanza.
Sus sufrimientos concluyen tan solo cuando va a depositarlo encerrado en una cajita que cubre con tierra allá en el cementerio. Y de la maternidad le queda grabada a la pobre mujer únicamente el llanto y los quejidos de ese ser que en su debilidad y desamparo grita su protesta inconsciente de su paso por este mundo organizado tan criminalmente para los de su clase. Durante esos pocos meses que constituyeron su vida sus carnecitas y sus vísceras sólo se retorcieron de dolor. Ante el próximo embarazo la madre lo mata antes de nacer. El placer de la vida no se ha hecho ni para que ella lo sienta al darlo, ni su hijo al recibirlo.
Así mientras no llegan días mejores en que se pueda proporcionar a la madre obrera todos los cuidados dignos de la majestad de su caso, mientras no se le asegura el pan, el techo para el abrigo para ella y para su hijo, mientras la maternidad constituya una maldición para ella y para la sociedad, un desfile de pequeñas criaturas desde el vientre materno al cementerio, nosotras vamos a propiciar el aborto legal y vamos a secundar ampliamente la labor de los médicos en ese sentido. Nuestra consigna debe ser “que la madre trabajadora tenga sólo los hijos cuya posibilidad de vivir esté asegurada”.

Cuenta la historia que figuraba en las antiguas leyendas de un dios llamado Moloch al que se le sacrificaban los niños para desagraviarlo cuando estaba irritado. Y el dios los devoraba. Así procede esta sociedad actual semejante al Dios Moloch: sólo quiere que nazcan los niños para devorarlos. Exige que se le inmole todos los años la cuarta parte de la población como un homenaje a sus principios. Que nazcan muchos niños para verlos desaparecer disputados por la tuberculosis, el raquitismo, los trastornos nutritivos y todas las enfermedades parasitarias que ha clasificado la ciencia médica. Que se mueran todos, pero que no se cambie ni un ápice de lo que ella ha establecido como moral y como bueno.

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